Fallece el P. Severino-María Alonso

España. Severino-B.jpgEl 2 de octubre, en pleno Año Sacerdotal, y a los cincuenta años de haber recibido la gracia del presbiterado, tras cinco días de hospitalización ha fallecido en Logroño el P. Severino-María Alonso Rodríguez, a los 76 años de edad y 57 de vida religiosa.

Estudió Teología en Santo Domingo de la Calzada y en Roma, donde se doctora en el Angelicum en 1961 y obtiene otros grados universitarios en Teología Espiritual y Mariología. También allí, en la ciudad de Pedro y Pablo, es ordenado sacerdote.

Su servicio ministerial comienza en Sto. Domingo de la Calzada como Profesor de Teología Dogmática en el curso 1961-62, y va pasando por Oviedo (62-64; 68-69), donde dirige una residencia universitaria; el Líbano (64-66), donde presta servicio como Director Espiritual de los Maronitas; Roma (66-68), como profesor y formador de estudiantes claretianos de diversas naciones; en la provincia claretiana de León (69-80), primero como Vicario y después Superior Mayor de la Provincia Claretiana de León, hasta llegar a Madrid, donde -más que residir- ha tenido su centro de actividades ministeriales y misioneras desde 1980 hasta hoy. En la madrileña centenaria comunidad claretiana de Buen Suceso ha sido más de doce años superior local-; Director (1980-1985), Subdirector y colaborador incesante de la Revista Vida Religiosa; Profesor de la Escuela Regina Apostolorum y del Instituto Teológico de Vida Religiosa, del que ha sido Catedrático (desde 1991) y Director (1982-88); miembro de la Comisión Teológica de la Conferencia Española de Religiosos (confer), escritor, conferenciante, asesor y acompañante espiritual infatigable… Pocos aeropuertos, estaciones de tren y carreteras de España y América desconocerán su figura.

Autor de más de quince libros, alguno con cerca de quince ediciones, y de infinidad de colaboraciones y artículos, largos y breves, son miles los religiosos y religiosas que se han beneficiado de su reflexión, buen criterio y palabra esperanzada transmitidas en un servicio misionero que se tradujo en formas bien diversas: la animación litúrgica y sacramental; el acompañamiento espiritual; el asesoramiento; la dirección de retiros y ejercicios; la conferencia, el cursillo, la clase, la carta… en un estilo que recuerda mucho, en su hondura y fecunda diversidad, al de S. Antonio María Claret. Sus hermanos de Congregación han contado con él para participar en varios Capítulos Generales, estudioso bien implicado en la renovación posconciliar de las Constituciones de la Congregación.

Especialmente sensible al don de la filiación cordimariana, que vivió con una llamativa hondura, amante de la vida, de una vida entendida como inseparable de la Gracia, le encomendamos al Señor, llenos de gratitud, recordando a los hermanos de sangre que le sobreviven, a sus demás familiares y a toda la Familia Claretiana, que junto a otras familias consagradas que también lo tuvieron como suyo, lamentan hoy -en fe y esperanza- su ausencia.
(Más sobre su espíritu en www.masdecerca.com)

Cuando haya fallecido un Misionero, celebremos sus exequias con devoción, con fraterna caridad y con sencillez. Encomendemos al Señor con los sufragios prescritos, especialmente en la celebración de la Eucaristía, a los hermanos que nos precedieron en el servicio del Evangelio.

Manifestemos idéntica piedad para con nuestros familiares y colaboradores de la Congregación fallecidos.

(Constituciones 19)