Llegada del Papa Francisco a Panamá y apertura oficial de la 34ª Jornada Mundial de la Juventud

Ene 24, 2019 | Centroamérica, JMJ 2019 + FC, Pastoral Juvenil Vocacional

Panama City, Panama. El Papa Francisco llegó a Panamá el miércoles por la tarde, 23 de enero de 2019, para la histórica visita a este país y para reunirse con jóvenes de todo el mundo movidos por la fe, participando en la 34ª Jornada Mundial de la Juventud (JMJ). A su llegada al aeropuerto internacional de Tocumen, fue recibido por el Presidente de la República, Juan Carlos Varela, y la primera dama, Lorena Castillo, como protocolo entre los Jefes de Estado. Algunos de los estudiantes de la Escuela Claret de Panamá de las RMIs fueron seleccionados para reunirse y saludar al Papa en el aeropuerto. El Santo Padre luego se dirigió a la Nunciatura pasando por una larga fila de peregrinos y lugareños que esperaban ver a un Papa por primera vez en su vida.

Luego, en una tarde muy calurosa del día 24 de enero de 2019, tuvo lugar la inauguración oficial de la 34ª JMJ en la carretera costera de 2,5 km de largo, llamada Cinta Costera, frente al Océano Pacífico y los rascacielos en la parte posterior. Entre los que escucharon el discurso del Papa a los jóvenes y al mundo, también se encontraba la Familia Claretiana dispersa a lo largo de dicha costa.

Pedro y la Iglesia caminan con vosotros”, comenzó el Papa. “Queremos deciros que no tengáis miedo, avanzad con la misma energía fresca e inquietud que nos ayudan a hacernos más felices y disponibles … no crear una Iglesia paralela que sea más” divertida “y” genial “que nos brinda la fantasía de un evento juveil”.

El Papa reconoció los sacrificios a los que se enfrentaron muchos de los jóvenes al venir a Panamá y les recordó que un discípulo no es simplemente alguien que llega a un lugar determinado, sino “alguien que se presenta decididamente, que no teme correr riesgos y se mantiene“. Francisco insistió en que todos deben “seguir caminando“. Recordó a los jóvenes la “cultura del encuentro“, una invitación a atreverse a mantener vivo un sueño compartido, un sueño que tiene un lugar para cada uno, un sueño llamado Jesús.

Cada uno de nuestros pueblos ha tenido una historia diferente y ha vivido situaciones diferentes. ¡Somos diferentes de muchas maneras! Pero nada de eso nos ha impedido encontrarnos, estas muchas diferencias no pudieron impedirnos reunirnos y estar juntos, pasar un buen rato juntos, celebrar juntos, profesar a Jesucristo juntos. Ninguna diferencia nos impidió. La razón de esto, sabemos, es que Alguien nos une, es un hermano para nosotros. Vosotros, queridos amigos, habéis hecho muchos sacrificios para poder encontraros y de esta manera os habéis convertido en verdaderos maestros y constructores de la cultura del encuentro.

También citó a San Óscar Romero: “El cristianismo no es una colección de verdades en las cuales creer, o de reglas a seguir, o de prohibiciones. El cristianismo significa perseguir el sueño por el cual Jesús dio su vida: amar con el mismo amor con el que nos amó a todos”.

“El amor del Señor es un amor que no abruma ni oprime, que se desecha o reduce al silencio, humilla o domina. Es un amor cotidiano, discreto y respetuoso, gratuito y liberador, un amor que sana y eleva. Es el amor tranquilo de una mano extendida para servir, un compromiso que no llama la atención. Es un amor que tiene sentido”, dijo el Papa Francisco.

Os pregunto: ¿Creéis en este amor? [Ellos contestan: “¡Sí!”] Permitidme haceros otra pregunta: ¿Es un amor que tiene sentido? Una vez, Jesús respondió a una persona que hizo una pregunta diciendo: “Si crees esto, ve y haz lo mismo”. En el nombre de Jesús, os digo: “Id y haced lo mismo”. No tengáis miedo de amar, no tengáis miedo de este amor concreto, de este amor que es tierno, que es servicio, que da vida.

Queridos jóvenes amigos, el resultado más esperanzador de este Día no será un documento final, una carta conjunta o un programa que se llevará a cabo. El resultado más esperanzador de esta reunión serán vuestros rostros y una oración. Esto dará esperanza: la cara con la que regresas a casa, el corazón cambiado con la que regresas a casa, la oración que has aprendido a ofrecer de este corazón cambiado. Lo que dará esperanza de este encuentro serán vuestro rostros y vuestra oración. Cada uno de vosotros regresará a casa con la nueva fuerza que nace de cada encuentro con los demás y con el Señor. Volverá a su hogar lleno del Espíritu Santo, para que pueda apreciar y mantener vivo el sueño que nos hace hermanos y hermanas, y que no debemos dejar que se enfríe el corazón de nuestro mundo. Dondequiera que estemos y hagamos lo que hagamos, siempre podemos mirar hacia arriba y decir: “Señor, enséñame a amar como tú nos has amado”.

El Papa Francisco concluyó pidiendo a todos que repitieran con él la frase: “Señor, enséñame a amarte como tú nos has amado“.

Texto completo de la alocución del Papa: ARDEENESFRITPLPT

 

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