LA PROMOCIÓN DE LA CULTURA MAPUCHE EN RIO NEGRO

Oct 18, 2018 | Misión Viva, San José del Sur

Creada por Resolución Eclesiástica el 14 de septiembre del año 1952 bajo el título “Exaltación de la Santa Cruz y Francisco de Asís”, la Parroquia se encuentra ubicada en la localidad de Ingeniero Jacobacci, Provincia de Río Negro, Argentina. Pertenece a la Diócesis de San Carlos de Bariloche, cuyo obispo es Juan José Chaparro cmf.

En la actualidad abarca unos 33.000 km2. Además de las ciudades con mayor número de habitantes (Ingeniero Jacobacci y Maquinchao), existen 22 comunidades pequeñas denominadas “parajes”. Se denomina “paraje” a las comunidades rurales formadas por 10 familias llegando, en algunos casos, a las 50.

La realidad geográfica de la región es desafiante: impulsa a ser misioneros. El clima es hostil y de bajas temperaturas en invierno; la sequía de la estepa, la intensidad del viento y la inmensidad de las distancias caracterizan la zona. Las principales fuentes laborales son el comercio, empleados públicos más cinco minas de diatomea a cielo abierto. En los “parajes” se ubican pequeños productores de chivas, ovejas y corderos, que apenas viven al día vendiendo carne o lana cuando se da la oportunidad.

La población mapuche es predominante: existen unas 146 comunidades en toda la Provincia de Río Negro. En este sentido, nuestra Parroquia presta un servicio vital promoviendo y acompañando las luchas por los derechos territoriales y culturales. Además, de las visitas periódicas a los parajes por grupos misioneros, el equipo de Cáritas brinda ayuda con alimentos, ropa y materiales para mejorar las viviendas.

Otra característica de los parajes es la presencia de “puestos” al cuidado del ganado, aislados de toda comunicación y a cargo de una sola persona. Para nosotros, misioneros claretianos, vemos que no podemos callarnos frente al robo, el despojo y los negociados de los que detentan el poder.

¿Cuál es el principal problema que pretende abordar el proyecto? Explicar qué clase de dificultades está causando dicho problema.

El problema principal que pretende abordar el proyecto es la violación sistemática a los derechos del pueblo Mapuche y de la Madre Tierra: expropiación de territorios, persecución ideológica, negación de cosmovisión e historia y agresión al medioambiente.

Las causas de dicho problema hay que situarlas en el sistema capitalista denunciado ampliamente por el Papa Francisco en la Laudato Si’. En el plano local, encontramos como causas el avance de un modelo económico que pretende avanzar con la industria extractiva sobre este territorio y, para ello, necesita debilitar la fuerza de resistencia y vida que tiene el pueblo mapuche.

¿Qué objetivo general pretende conseguir con el proyecto? ¿Cuáles son los objetivos específicos que espera conseguir con el proyecto?

El Objetivo General del proyecto es fortalecer el trabajo del equipo de JPIC de la Parroquia “Exaltación de la Santa Cruz” en el servicio de promoción de la cultura mapuche y el cuidado de la Casa Común (Laudato Sí) en sintonía con el derecho de los pueblos y las opciones de la Congregación Claretiana.

Los objetivos específicos son:

  • Formar promotores de derechos sociales referidos a las problemáticas que sufre el Pueblo Mapuche.
  • Concretar el acompañamiento y asesoramiento jurídico a las comunidades mapuche.
  • Conocer y apropiarse del mapuzungun, cosmovisión e historia mapuche para favorecer la autodeterminación de la propia identidad.
  • Atender al grito de la Madre Tierra, defendiendo y cuidando la Casa Común según la propuesta de Laudato Si del Papa Francisco..
  • Continuar recuperando los saberes ancestrales del Pueblo Mapuche a través de la cultura.
  • Ofrecer alterativas de fortalecimiento de ingresos para familias empobrecidas.

 

CELEBRACIÓN LITÚRGICA

Memoria que cura y dignifica

Lectura: Apocalipsis 22, 1-5.

Después el Ángel me mostró un río de agua de vida, claro como el cristal, que brotaba del trono de Dios y del Cordero, en medio de la plaza de la Ciudad. A ambos lados del río, había árboles de vida que fructificaban doce veces al año, una vez por mes, y sus hojas servían para curar a los pueblos.

Ya no habrá allí ninguna maldición. El trono de Dios y del Cordero estará en la Ciudad, y sus servidores lo adorarán. Ellos contemplarán su rostro y llevarán su Nombre en la frente. Tampoco existirá la noche, ni les hará falta la luz de las lámparas ni la luz del sol, porque el Señor Dios los iluminará, y ellos reinarán por los siglos de los siglos.

Una memoria que cura

Estamos en frente a una visión apocalíptica, la visión de la nueva Ciudad, donde todo se regenera. Suena al oído la gran consolación de Dios a su Pueblo y el deseo de “hacer nuevas todas las cosas” (Ap. 21,4-5). En esta visión hay un río de agua de vida que proviene de la generosidad de Dios y a su paso hay árboles que fructifican para alimentar y que donan sus hojas para curar a los pueblos.

El río de agua de vida es una imagen profundamente natural, porque es el agua el elemento vital por excelencia. La referencia es a la profecía de Ezequiel (47,12), pero también nos hace descubrir la generosidad de Dios que regenera, que alimenta, que riega y prepara la tierra para que dé su fruto (Sal. 65,10-11). En esta lectura religiosa se hace presente la bondad de Dios, pero al ser una lectura apocalíptica no podemos dejar de lado el elemento cotidiano e histórico, porque la mayor oposición a la generosidad es el egoísmo, y para ser más concretos, el egoísmo de unos pocos que demuestran su poder privando a una mayoría de lo que es vital. El sur argentino sabe de esto, sabe del dolor por no poder gozar del agua de la vida, clara como un cristal, porque el avance de las minerías ha privatizado, ha clausurado, ha contaminado la fuente vital. Hay dolor, hay sed, hay signos de muerte.

Otra imagen que aparece en este pasaje son los árboles que fructifican. Son una consecuencia de este río de generosidad divina. Una clara alusión al paraíso. Los árboles a la vez son una alegoría de diversidad, porque no todos son los mismos, no todos dan los mismos frutos, no tienen la misma forma, incluso tal vez tienen un ritmo distinto de crecimiento… pero los une la fuente: el mismo río de vida. Podemos tal vez pensar que esta sea una invitación a mirar la diversidad que se pone en juego para el cuidado de la casa común. Es una invitación al encuentro ecuménico y transcultural que posibilite un “diálogo orientado al cuidado de la naturaleza, a la defensa de los pobres, a la construcción de redes de respeto y de fraternidad” (LS 201). Como claretianos estamos llamados a “hacer con otros” aquello que sea mejor para el bien del Pueblo de Dios, para que “todos tengan vida” (Jn. 10,10).

Los árboles también tienen una función genealógica, una referencia al pasado y al futuro, a la semilla que fue, al árbol que es y al fruto que será; la tercera imagen nos aproxima a una parte del árbol, a las hojas que curan a los pueblos. Siendo el árbol una metáfora de la memoria, es en la historia de una vida donde se ofrece el remedio para el presente que quiere seguir dando fruto. La conservación de la memoria es una continua provocación a la identidad activa. Somos lo que somos, gracias a lo que fuimos, a los que otros nos trasmitieron. Los pueblos curan su presente con la enseñanza de los mayores que “sueñan sueños” y permiten a los jóvenes hacer posible la profecía (Joel 3,1).

Este texto apocalíptico nos pone de frente al deseo de que sigan existiendo ríos de vida, para que los árboles den fruto y curen a los pueblos. Es el deseo de que la generosidad de Dios no sea trabada por el egoísmo de unos pocos, y por eso estamos convocados y provocados a una cultura del encuentro que conserve la memoria activa para sanar las heridas y seguir produciendo fruto donde nos toque estar. El pueblo mapuche hoy nos invita a mirar que la casa común reclama este don precioso de Dios que “ha dado la tierra a todo el género humano, para que ella sustente a todos sus miembros, sin excluir o privilegiar a ninguno” (LS 93). Para nuestra misión claretiana es un llamado a no defraudar la voluntad divina, favoreciendo la dignidad histórica de los pueblos de la tierra donde “el ser humano es la Tierra que camina, que siente, que piensa y que ama” como diría el poeta argentino Atahualpa Yupanqui.

Oración

Como comunidad de vida que peregrina en la tierra decimos juntos: “Reaviva en nosotros Tu presencia, Señor”

+ Para que podamos dar signos creíbles del cuidado de la creación, teniendo siempre presente que el llamado de los más débiles orienta nuestras opciones y acciones. Oremos.

+ Por nuestra comunidad claretiana que camina en el sur argentino con el pueblo Mapuche, para que el diálogo de vida posibilite la justicia y la paz. Oremos.

+ Para que desde nuestro carisma, creativo y creador, podamos profundizar en la culturas ancestrales que defienden la vida y no llaman a un verdadero camino de conversión hacia Dios y los demás. Oremos.

Oración:

Dios de nuestros padres y madres, que acompañas el caminar de nuestros pueblos, te pedimos que sea posible una nueva creación donde podamos disfrutar de tu presencia en la dignidad de tus hijos unidos en una tierra fecundada por tu Espíritu. Te lo pedimos por Jesucristo, Señor de la historia que viven en medio nuestro. Amén.

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