MISIÓN CLARETIANA EN CIUDAD DEL CABO, SUDÁFRICA

Oct 13, 2017 | Misión Popular, Misión Viva, West Nigeria

PROGRAMA ANUAL / RETIRO CON LOS CATEQUISTAS DE LA IGLESIA CATÓLICA DE SAN ANTONIO DE PADUA, KRAAIFONTEIN, ARQUIDIÓCESIS DE CAPE TOWN, SUDÁFRICA, POR EL P. JOHN PAUL ACHI, CMF

TEMA: Los catequistas son el instrumento de Dios para ayudar a los feligreses jóvenes a crecer en la fe de la Iglesia y en el conocimiento de Cristo.

LECTURA DE LA SAGRADA ESCRITURA: Mateo 11:28 “Venid a mí, todos vosotros, cansados y agobiados, y yo os aliviaré”.

PREÁMBULO

Os doy la bienvenida a todos vosotros a este programa anual de retiro para catequistas. Es una oportunidad para aquellos de nosotros en el ministerio de catequesis de cara a renovarnos en espíritu y profundizar en nuestros lazos con el Señor y con los demás.

LA MISIÓN DE LOS CATEQUISTAS EN LA IGLESIA

Como Catequistas, un aspecto de vuestra misión en la Iglesia es ayudar a los Jóvenes de la Parroquia a crecer en la Fe de la Iglesia y en el conocimiento de Cristo.

Para hacer esto de manera efectiva, se requiere de vosotros:

  • Vuestra fidelidad a la vida de oración y vuestro esfuerzo por asistir a la Santa Misa.
  • Vuestro tiempo de preparación para cada sesión, lo cual garantizará una mayor cantidad de fruto durante la misma.
  • Vuestra alegría y entusiasmo en Dios tendrán un impacto e inspirarán a vuestros catequizandos.

Para guiarse por la espiritualidad de vuestra Misión en la Iglesia, la Congregación para la Evangelización de los Pueblos (una Oficina del Vaticano), en 1993 publicó un documento titulado “Guía para Catequistas”. En ese documento, los Obispos de la Iglesia explicaron la espiritualidad del catequista. En resumen, la espiritualidad de los catequistas se basa en la espiritualidad del laicado que fluye del bautismo. Esta espiritualidad se caracteriza por lo siguiente:

  1. Una apertura a Dios (Padre, Hijo y Espíritu Santo). Ésta es una apertura a una Palabra viviente, la persona de Jesús, a quien deseamos profundamente invitar a otros a encontrarse. Nuestro deseo es ser transformados por esta relación e invitar a otros a su transformación salvadora.
  2. Una apertura a la Iglesia: nuestro llamado a servir como catequistas proviene de la Iglesia. No estamos solos, nos envían a una misión que no es nuestra, y estamos equipados con un mensaje que nos ha sido confiado. Y cuando realicéis fielmente esa misión, seguramente seréis recompensados al final.
  3. Una apertura al mundo. El Espíritu Santo fue derramado para que podamos proclamar el Evangelio a todas las naciones. Con esto en mente, los catequistas están llamados a estar singularmente en contacto con las necesidades del mundo, especialmente el “mundo” de aquellos a quienes catequizamos.
  4. Una coherencia y autenticidad de la vida: como catequistas, no enseñamos un tema o un conjunto de habilidades. Invitamos a otros a una forma de vida que define quiénes somos. Ser un catequista no es un “sombrero” que ponemos y quitamos. El hecho simple es que no podemos enseñar lo que (a quien) no conocemos. (Como diría Santo Tomás de Aquino: “Nome Dat quod non habet”, que significa: “No puedes dar lo que no tienes”). En este sentido, debemos esforzarnos por conocer a Jesús de manera auténtica, conocer su mensaje y conocer la forma de vida católica que lo conduce a él.
  5. Un celo misionero: la vocación del catequista toma el llamado bautismal para proclamar la Palabra de Dios y aumenta su intensidad. Para los catequistas, el deseo de compartir a Cristo con los demás es poderoso, es casi abrumador. ¡No podemos evitar predicar el Evangelio a otros! Nuestros corazones arden dentro de nosotros y estamos obligados a compartir la fe con los demás. Como resultado, nuestra espiritualidad tiene que mantener encendida esa llama.
  6. Una devoción a María: por experiencia, los buenos catequistas aprenden de otros catequistas. Pero tenemos el mejor ejemplo para aprender de nuestra Madre, la Santísima Virgen María. Ella fue la primera maestra de Jesús y el primer discípulo. María es un “catecismo viviente” y un “modelo de catequistas”. La espiritualidad de TODOS los bautizados se ve enriquecida por la devoción a María, pero, como catequistas, nuestro ministerio se enriquece especialmente con la devoción a la Santísima Madre.

Image001 9CONCLUSIÓN

El llamado al ministerio del catequista es una vocación, una llamada interior a la que habéis respondido con la increíble Gratitud, Esperanza y Pasión de vuestros Corazones para ser el Instrumento de Dios de cara a ayudar a los jóvenes feligreses a crecer en la Fe de la Iglesia y en el conocimiento de Cristo. Tened siempre en mente que los Obispos y los Sacerdotes son los Custodios de Nuestra Fe y los Sacramentos de la Iglesia y, por extensión, también están llamados a ayudar a enseñar esa Fe al Joven Adulto en la Iglesia.

Queridos amigos en la fe. Tened siempre en mente estas palabras de Jesús al enseñar la fe: “Entonces, quien no respeta el menos importante de estos mandamientos y enseña a otros a hacer lo mismo, será el menos importante en el reino de Cielo. Por otro lado, cualquiera que los OBEDEZCA Y ENSEÑE A LOS DEMÁS a hacer lo mismo, será grande en el reino de los Cielos”(Mateo 5:19).

Como Catequistas, tenéis este llamado para obedecer los mandamientos de Dios y los mandamientos de la Iglesia Católica y para enseñarles a los jóvenes.

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