BEATO JOSE MARIA ORMO SERO

BEATO JOSE MARIA ORMO SERO

Misionero Claretiano. 23 años. Estudiante de Teología. Nació en Almatret, un pueblecito de la Provincia y de la Diócesis de Lérida, España, el 18 de agosto de 1913. La muerte temprana de la madre hizo que José María basara su formación en los cuidados del padre y de los maestros. No es de extrañar en José María el carácter algo adusto, aunque de formas simpáticas, que le acompañó siempre, “franco y despejado, y bien desarrollado el sentimiento de la justicia”. Su maestro, prendado de las cualidades del niño, le propone ir a un seminario de religiosos. – “¿Y qué seré?”, pregunta el niño. – “Pues, a lo mejor un gran sabio”. El caso es que José María, con intuición de niño, vio que la cosa era de Dios, pues al compañero que le quiere disuadir, le responde tranquilo: “Yo tengo vocación, y sólo Dios me la puede quitar”. Y a su padre, que lo visita en el Seminario y le pone a prueba diciéndole que por qué no se salía una vez se hubiera aprovechado de los estudios, diecia: “No; esto sería portarme mal con la Congregación. Además, que tengo vocación y quiero ser fiel al llamamiento de Dios”. Así dispuesto llegó hasta el Noviciado, y profesó en la Congregación de los Misioneros Hijos del Corazón de María el 15 de agosto de 1930. A punto ya de concluir la carrera, caía mártir el 13 de agosto de 1936. Su firma la estampó, antes de morir, ante un patriótico y religioso “¡Viva España católica!”. Fue beatificado por el Papa Juan Pablo II el 25 de octubre de 1992.

El Beato P. Claret Pensador

Siendo muchos los prismas que refractan la luz de la realidad hacia Dios, según las perfecciones bajo las que le consideremos, e1 P. Claret escogió él da su eternidad. El pensamiento da la eternidad era como la varita mágica y ponía en función los resortes todos de su corazón. Ya desde niño, de edad de cuatro a cinco años, cuando no podía dormir, se sentaba en el lecho y allí en santo recogimiento y con los ojos mirando al cielo pasaba las horas pensando en el terrible “siempre”… “jamás» de las penas del infierno; haciendo cálculos numerales sobre la eternidad y sin llegar nunca al término; considerando la eternidad de Dios, tenía en su justo valor las cosas de este mundo, al ver su fugacidad, su realidad limitada y poca consistencia, y la vaporosidad del tiempo; embebido en estas contemplaciones su espíritu se abrasaba en amores del Señor y se animaba a rogar por la conversión de los pecadores y moribundos.

Mas tarde, cuando trataba de la elección de estado, movido por el recuerdo de la eternidad que tan profundamente se le grabara en su niñez, dando al traste con los halagos que le ofrecía el mundo, abraza animoso la carrera sacerdotal, y una vez escaladas las gradas del altar santo, véselo recorrer incansable España, Canarias, ponerse a las órdenes de Propaganda Fide, pasar a Cuba, predicando por todas partes el «tempus non est amplius», no hay más tiempo; ésta era el vértice en torno del cual giraba la actividad del P. Claret; éste era el móvil de sus predicaciones y escritos; éste era el fin al que dirigía todos sus esfuerzos en conquistar almas para Jesucristo.
Otro fruto del pensamiento de la eternidad era el lema que cual fiel soldado de Cristo ostentaba en su escudo da armas, el abrasado «charitas Christi urget nos», la caridad de Cristo y el celo por la salvación de las almas me apremia; el ver la brevedad del tiempo y lo mucho que hay que hacer para ganar el mundo para Jesucristo me estimula y acucia de tal suerte que siento arder mi pecho en deseos de recorrer todo el mundo y salvarlo con la predicación de la doctrina de Jesucristo y la brevedad de las cosas humanas.

En verdad que no se equivocaba al P. Claret, al considerar de esta manera lo de este mundo, pues ¿Cómo era era posible que así fuese, si lo consideraba todo con relación a Dios a quien conviene por esencia al ser inmutable, eterno, el centro de nuestra felicidad y la razón suprema de cuánto existe?

Quiera Dios suscitar muchos hombres chapados a lo Claret que prediquen de la eternidad da Dios y de la finitud de lo que ante nutra vista corre y hagan entrar un poco más en razón las deferentes clases de la actual sociedad. ¡Oh! Si considerásemos las cosas bajo el prisma de la eternidad, es decir, si fuésemos pensadores, cuán otros serian los hombres de la presente centuria y cuán otro el aspecto del mundo espiritual de las almas.

José M. Ormo C.M.F.
Cervera, 28 de Enero’de 1934.

CLARET Y BALMES – Beato José Brengaret Pujol; n. 18.01.1913 en Sant Jordi Desvalls (Gerona); + 23 años, acabado 4º de Teología

CLARET Y BALMES – Beato José Brengaret Pujol; n. 18.01.1913 en Sant Jordi Desvalls (Gerona); + 23 años, acabado 4º de Teología

¡Claret y Balmes! No ha sido a la verdad el capricho de algunos escritores el que ha juntado estos dos ilustres nombres. Fue la mano providente de Dios la que, formado con estas dos rojas lenguas de fuego una sola llama, llama de luz u llama de vida, alumbró los oscuros y difíciles caminos de la nación española en la pasada centuria.
Llega el año 1840; y los dos paladines de la causa católica salen al campo de batalla, casi a un mismo tiempo. Por el mes de abril publica Balmes su primer libro en defensa del clero católico. En agosto del mismo año comienza el Padre Claret aquella gloriosa serie de misiones, que obraron maravillas en incontables pueblos en toda España.

Pasma verdaderamente contemplar la vida del Apóstol sallentino, tan virtuosa, tan aprovechada, aureolada muchas veces con los resplandores del milagro, y coronada siempre con fulgores de santidad. Mas ¿quién podrá olvidar el tesoro de ciencia que supone la multitud de sus criterios, el caudal de conocimientos que exigió su predicación incesante, cargada de luminosas ideas y basada siempre en la Sagrada Escritura y en los escritos de los Sto. PP. Y Doctores de la Iglesia.

Grandiosa fu la producción literaria de Balmes, suficiente ella sola para formar una biblioteca. Mas esta sabiduría eminente y esta prodigiosa fecundidad, sostenidas siempre por la perfecta sumisión a la autoridad de la Iglesia y una humilde devoción al Rosario, dieron al espíritu del filósofo catalán aquella constante elevación, sinceridad y pureza que en el Apóstol sallentino brillaron con fulgores de santidad eminente.

Ambos atletas salieron a la palestra, empuñando las mismas armas de combate, como quiera que ambos habían moldeado sus entendimientos en idéntico troquel. Así, el Santo Arzobispo Claret escribía en su Plan de Estudios para el Seminario del escorial: “Sea cualquiera el autor que se explique en las aulas, si se quiere saber Teología, téngase siempre ante los ojos la Suma de Santo Tomás”. Y Balmes decía: “En las Suma de Santo Tomás se encuentra todo: “Filosofía, Religión, Derecho, todo está, como en capullo, en aquellas lacónicas frases que encierran en sí riquezas de ciencia no soñadas”.

Y ¿por qué no decirlo? Almas gemelas mostrárnosle también las Claret y Balmes, cuando la mano de la tribulación y de la calumnia llamó a sus puertas. Al ser torcidamente interpretadas las nobles intenciones del autor de “Pio IX”, así contestó el humilde filósofo a un amigo que le incitaba a la defensa: “La verdad, la virtud, la consciencia, Dios he aquí donde hemos de fijar nuestras miradas; lo demás pasa presto”. Y al llegar para el Confesor de Isabel II y santo Arzobispo de Cuba la hora de la tribulación y al ser calumniado y vilipendiado en diarios, revistas y folletos, como quizás ningún otro santo lo haya sido, y devora en el silencio de su corazón el pan amargo de la calumnia y del vilipendio; y con el corazón puesto en Dios y la frente serena marcha decidido al destierro.

¡Claret y Balmes! He aquí dos almas gemelas, he aquí dos corazones hermanos, dos ideas que a la par brotaron de la mente de Dios. Ellos fueron los “dos querubines de oro macizo que con sus alas cubrieron el propiciatorio de la Iglesia española en el siglo XIX”. ¡Honor a sus nombres ilustres!

José Brengaret Pujol

El Padre Claret y la política – por Sebastián Riera Coromina; n. 13.10.1913 en Ribas de Freser (Girona); + 22 años; acabado 4º de Teología.

El Padre Claret y la política – por Sebastián Riera Coromina; n. 13.10.1913 en Ribas de Freser (Girona); + 22 años; acabado 4º de Teología.

Nadie ignora el estado anormal de España en el pasado siglo; Las guerras y revoluciones internas los frecuentes cambios de Gobierno. E esta época crítica por demás aparece en el palenque de la historia patria el Venerable P. Claret, para desempeñar uno de los cargos ms comprometidos, el de Confesor de la reina.

A pesar de ser tan fácil en palacio el enredarse en cuestiones ajenas a su ministerio, siempre se ha halló divorciado de la política, como nos lo aseguran quienes le conocieron, de cerca y él mismo lo afirma al escribir: “En materias de política jamás me he querido meter” (Autobiografía, parte III, cap. 12). No se crea por esto olvidaba el Venerable el intimar a Isabel II sus deberes de Reina, como nota el P. Aguilar en la “Vida admirable del Siervo de Dios”.

En lo puramente político se portó con la mayor circunspección. Así lo dice el Ilmo. Sr. Arzobispo de granada, Don Bienvenido Monzón en carta de 14 de enero 1880 con estas textuales palabras: “Yo creo que el Sr, Claret y en sus circunstancias supo como pocos y quizá como nadie, conciliar la sencillez de la paloma con la astucia necesaria de la serpiente para no enredarse nunca, ni dejarse enredar, ni en las secretas tramas palaciegas, ni en las intrigas y luchas candentes de los partidos políticos que se disputaban el poder y se quitaban de las manos las riendas del Gobierno, para conservar íntegra e inviolable la santa libertad e independencia de su sagrado ministerio”.

Que este sea el genuino espíritu del Venerable nos lo confirma la regla que prescribió para sus Hijos los Misioneros. Reza así: “Absténganse de política a no ser por causa de la religión y acaten las disposiciones de las autoridades civiles mientras no se opongan a las leyes divinas o eclesiásticas” (Constituciones, parte II, cap. 16).

Y la cumplió prácticamente, al firmar la Reina el reconocimiento de Italia, separándose de su lado; y no volviendo a la corte hasta que se lo mandó el mismo Pío IX.

Conducta digna de imitarse en todos tiempos y que debiera ser la norma del Clero español.

Sebastián Riera, C.M.F.

– Tomado de «Los mártires honran al padre fundador» (Cervera 1934).

BEATO NICOLÁS CAMPO GIMÉNEZ DE BIKUÑA, UN HIJO DE AGURAIN-SALVATIERRA, MÁRTIR A LOS 16 AÑOS

BEATO NICOLÁS CAMPO GIMÉNEZ DE BIKUÑA, UN HIJO DE AGURAIN-SALVATIERRA, MÁRTIR A LOS 16 AÑOS

“Estoy decidido a guardar bien todas las Reglas de las Santas Constituciones, aunque sean pequeñas… Prepararme bien todos los días para recibir la Sagrada Comunión… Hacer bien la meditación y para eso me prepararé muy bien antes de comenzarla…” (Propósitos del 4 de febrero de 1935).

“Oh Jesús, haced que os ame de veras con todo mi corazón como Vos me amasteis… Haced que pertenezca a vuestra vandera (sic)”…