Venerable Mariano Avellana: ¿Para qué verlo en los altares?

Con el año que se fue hace más de tres meses, dimos vuelta la página en las celebraciones que como familia claretiana vinimos celebrando respecto de nuestro Venerable P. Mariano en los últimos dos años.

Fue primero en 2023 el recuerdo de los 150 años desde que el misionero insigne pisó tierra chilena y americana el 11 de septiembre de 1873, fecha inolvidable que sólo el Señor sabe por qué ocurrió en la vida de Mariano. Aunque no sucedía por única vez, ya que el actual Venerable había partido de España tres años antes, el 11 de septiembre de 1870, para incorporarse a la naciente congregación claretiana en el sur de Francia, donde el Fundador Claret y sus hijos vivían políticamente exiliados.

Tras este recordatorio, que hizo posibles numerosas actividades, varias de las cuales lograron alcance internacional y numerosas repercusiones más allá del ámbito chileno y americano, en 2024 se realizaron nuevas actividades de diversa índole para recordar los 120 años que el 14 de mayo se cumplieron desde la Pascua del Padre Mariano a los brazos del Padre.

Todas ellas, por cierto, estuvieron orientadas a resaltar su extraordinario testimonio misionero, que por más de 30 años lo llevó de norte a sur y de oriente a poniente por cuento rincón del territorio chileno le fue posible en alrededor de 1.500 kilómetros de la larga geografía del país, predicando más de 700 misiones, ejercicios espirituales, encuentros de reflexión y cuanta otra posibilidad se le dio para entregar el Evangelio a diversos estratos sociales, pero de preferencia a los enfermos, los presos y los más abandonados. Todo ello en medio de sufrimientos físicos tan notables como los 20 años en que un doloroso herpes le carcomió el vientre hasta el final de sus días, en medio de los cuales una herida en una pierna que, sin sanar igualmente hasta su muerte, llegó a crecerle hasta el tamaño de una mano abierta. Padecimientos que sobrellevó en silencio absoluto, sin que le impidieran continuar el ritmo de su evangelización incansable entre campos, montañas o campamentos mineros alejados de la civilización; a muchos de los cuales accedió cabalgando, a pesar de sus enormes dolores. Estilo de vida donde lo encontró la última de sus misiones, en la que cayó rendido junto al altar en medio de una bronconeumonía que lo llevó en pocos días al deceso.

En busca de la glorificación

Durante largas décadas la congregación claretiana se ha empeñado en que un testimonio de santidad tan extraordinario como el del Padre Mariano sea reconocido oficialmente por la Iglesia en orden a su glorificación en los altares. Así se llegó a que su proceso respectivo quedara completo y sellado en el Vaticano en 1987, cuando el papa Juan Pablo II reconoció la heroicidad de sus virtudes y lo declaró Venerable.

Desde entonces la mayor parte de los esfuerzos por su Causa se han orientado a impetrar del Señor el milagro que permita realizar la beatificación de nuestro misionero insigne. El empeño en tal sentido ha sido enfatizado por el actual superior general de la Congregación, P. Mathew Vattamattam como objetivo institucional prioritario. Ello considerando el privilegio singular que aquella exhibe al contar con 184 beatos que han entregado martirialmente sus vidas en fidelidad a su compromiso misionero, a los cuales sería una gran bendición poder sumar al Padre Mariano, quien, si bien no derramó su sangre por tal compromiso, es homologable a aquellos mártires por su testimonio de sacrificio diario durante décadas, para ser como ellos “misionero hasta el fin”.

Sin embargo, dicho milagro no se ha producido en 38 años, y sólo el Señor puede decidir cómo y cuándo llegaría a realizarse. Entretanto, a la vez que se incentiva a los fieles a suplicar la intercesión del Venerable en casos de graves enfermedades o accidentes, en orden a que quizás el Señor disponga en alguno de ellos el anhelado milagro, surge la reflexión sobre cuál sería el objetivo primordial que se busca con su glorificación en los altares. Y cada vez surge como respuesta clara que lo más importante en tal caso no sería disponer de un santo claretiano a quien solicitarle nuevos milagros y beneficios para sus devotos, sino contar con una instancia privilegiada para difundir su extraordinario testimonio misionero, y proponerlo como ejemplo que todos estamos llamados a tratar de imitar, como obligación primordial de los cristianos, tanto religiosos como laicos.

Nunca estará de más volver a enfatizar cuál ha de ser la motivación primordial que ha de movernos cuando seguimos suplicando al Señor que se digne realizar pronto el tan anhelado milagro que permita ver en los altares al mayor evangelizador en la historia de los misioneros claretianos de Chile, talvez de América y de muchos otros territorios donde ellos han establecido su impronta.

Alfredo Barahona Zuleta

Vicepostulador de Ven. P. Mariano Avellana, CMF

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