Ciudad del Vaticano. El Papa Francisco presidió el sábado 27 de agosto de 2022 el consistorio ordinario en la Basílica de San Pedro, creando 20 nuevos cardenales, 16 de los cuales son elegibles como cardenales electores en el futuro cónclave, haciendo un total de 132 cardenales electores. Sus nombres se dieron a conocer durante el Ángelus del 29 de mayo de 2022. Proceden de todo el mundo, lo que supone una representación equilibrada de los distintos continentes.
Inmediatamente, tras la celebración del rito de creación de cardenales, siguió el Consistorio Ordinario Público para la votación de la canonización de dos candidatos: El beato Artemide Zatti, laico salesiano profeso, y el beato Giovanni Battista Scalabrini, fundador de la Congregación de los Misioneros de San Carlos y de la Congregación de las Hermanas Misioneras de San Carlos Borromeo (Scalabrinianos).
Durante su homilía, el Papa reflexionó sobre la doble imagen del fuego en las Sagradas Escrituras -la poderosa llama del Espíritu de Dios, y el carbón de fuego que encontramos en el relato de Juan sobre la tercera y última aparición de Jesús resucitado a los discípulos en el Mar de Galilea.
Permítanme tomar sólo la imagen del fuego, la llama poderosa del Espíritu de Dios, Dios mismo, como «fuego consumidor» (Deut 4:24; Heb 12:29). Un amor apasionado que purifica, regenera y transfigura todas las cosas. Este fuego -pero también este «bautismo»- se revela plenamente en el misterio pascual de Cristo, cuando él, como una columna de fuego, abre el camino de la vida a través del oscuro mar del pecado y la muerte.
Sin embargo, hay otro fuego, el carbón que encontramos en el relato de Juan sobre la tercera y última aparición de Jesús resucitado a los discípulos en el mar de Galilea (cf. 21,9-14). Se trata de una pequeña hoguera que el propio Jesús encendió cerca de la orilla, mientras los discípulos, en sus barcas, recogían las redes milagrosamente llenas de peces. Simón Pedro llegó primero, saltando al agua, lleno de alegría (cf. v. 7). Ese fuego de carbón es tranquilo y suave, pero dura más y se utiliza para cocinar. Allí, en la orilla del mar, crea un ambiente familiar en el que los discípulos, asombrados y conmovidos, saborean su cercanía a su Señor.
Además de recordar a los nuevos cardenales que mantengan su mirada en Cristo para que les ayude en su humilde servicio a todos, también subrayó que el doble fuego de Jesús revela que «un hombre de celo apostólico es impulsado por el fuego del Espíritu a ocuparse, con valentía, de las cosas grandes y pequeñas, pues ‘non coerceri a maximo, contineri tamen a minimo, divinum est'».
Recuerde: Santo Tomás, en la Prima Pars, dice: Non coerceri a maximo, no estar confinado por lo más grande, contineri tamen a minimo, sino estar contenido en lo más pequeño, divinum est, es divino.
Un cardenal ama a la Iglesia, siempre con ese mismo fuego espiritual, tanto si se ocupa de las grandes cuestiones como de los problemas cotidianos, ante los poderosos de este mundo -lo que a menudo tiene que hacer-, o ante las personas corrientes que son grandes a los ojos de Dios.
Los Misioneros Claretianos que son impulsados por el mismo fuego, el mismo Espíritu, y viven en una Iglesia cada vez más sinodal (QC 45b), se unen a toda la Iglesia para rezar por estos Cardenales recientemente creados y para apoyarlos en su trato con las grandes cuestiones o en el manejo de los problemas cotidianos, ante los poderosos de este mundo en las zonas donde los claretianos están presentes en sus jurisdicciones eclesiásticas.
El P. Mathew Vattamattam, CMF, Superior General de la Congregación, junto con el P. José Felix Valderrabano, CMF, Procurador General, acompañados por algunos sacerdotes claretianos, saludaron a los recién creados cardenales tras los ritos celebrados en San Pedro. El Cardenal Aquilino Bocos, CMF, también estuvo presente durante las celebraciones.