Chile. Viaje al corazón del miedo

Mar 6, 2010 | Familia Claretiana, San José del Sur

Chile. Nuestra Madre Naturaleza ya cansada, ya rabiosa y hasta triste de aguantar y padecer de todo, se acomodó la madrugada del sábado en sus placas tectónicas y nos dijo de un modo bastante inusual que en este país hay chilenos y chilenas que nunca han sido, que nunca son y que nunca serán, sólo que han estado ahí ocupando un lugar en el mapa hasta ser reconocidas gracias a un mortal terremoto que sacudió el centro sur de Chile como quien se sacude la caspa del hombro.

El dolor se ha perpetuado en el corazón de tantos compatriotas que perdieron en cosa de dos minutos y medio a sus seres queridos o que, minutos después, el mar y su grandes olas se los llevó hacia lugares todavía desconocidos.

Inexplicablemente se ha renovado el hambre como nunca en Chile cuando los índices de crecimiento económico enseñan lo contrario.

La miseria, además, ha sido evidente producto ya no del terremoto natural sino del terremoto ético y hasta moral de algunos innombrables que aprovechándose del pánico dieron rienda suelta a los instintos más bellacos y se dedicaron a saquear negocios, tiendas, bomberos, supermercados, jardines infantiles, colegios, edificios públicos y casas particulares. “Delincuentes” en términos de la autoridad, “lumpen” según la sociología, sin embargo, los hechos muestran que médicos, directores, profesores y toda clase de profesionales de corbata tipo clase media alta se mimetizaron con una facilidad y disposición nunca vista para solidarizar en el saqueo, sintiendo la adrenalina fluir mientras cometían el delito que otorga la impunidad en este país. De esta manera, el pillaje ya no es responsabilidad del accionar de ciudadanos marginales, sino que responde a una sociedad enfermiza y débil que se controla con 14 mil efectivos militares sobre carros anfibios en toque de queda.

Esta ha sido una de las conclusiones inmediatas a la que llegamos luego de ser enviados por nuestro Superior Mayor P Agustín Cabré cmf a recorrer durante tres días, las regiones más devastadas de Chile por el terremoto, llevando alguna ayuda en medicinas, víveres y especialmente agua. Vimos por ejemplo lo complejo y agrietado de la ruta 5, el colapso generado por puentes y pasarelas que sucumbieron entre Santiago y Malleco. Servicentros colapsados y en muchos casos saqueados. El tiempo nos permitió, además, conocer nuestras unidades pastorales, saludar y brindar el abrazo firme y seguro al agente pastoral que sufrió en el alma lo mismo que nuestros hermanos Misioneros Claretianos.

Nos ha estremecido ver el nivel de destrucción en Curicó. El glorioso Santuario del Carmen centro de vida pastoral y religiosidad popular pende de un hilo: la estructura de sus muros no es suficiente para soportar el peso y tamaño de la bóveda y nave central; el ábside y altar mayor simplemente no existen. La Sacristía, menos. La parroquia y sus salones pastorales hace poco remozados, están agrietados: lo que un día fue hogar de encuentros, de comunidades, de solidaridad y de formación catequística, lo que fue el comedor de estudiantes necesitados, hoy amenaza con derrumbarse. Nos inquieta ver que uno de los muros del templo tiene una inclinación evidente que amenaza con derrumbarse hacia la casa comunidad claretiana. La torre vista desde grandes distancias es ahora una amenaza latente para transeúntes y casas adyacentes. Nuestro hermano Pepe Abarza cmf entre lágrimas, incertidumbres y sollozos, al vernos llegar, nos abrazó como hermanos de una misma Madre. Ella, en su imagen y advocación del Carmen, fue rescatada por todos y trasladada al antejardín de las oficinas parroquiales desde donde sigue presidiendo la vida de su amada tierra curicana. En ese lugar, la imagen es saludada por miles de peregrinos que venidos de distintos puntos de la ciudad se conmocionan al verla lejos de su acostumbrado hogar.

Además de conocer la situación de nuestra posición misionera, Curicó en general -y sus alrededores- se vino a tierra: el centro cívico y social en sus edificios, negocios y casas particulares, cedieron. El daño es grande. Todas las Iglesias de la ciudad fueron afectadas con grietas a la vista. El hospital prontamente será reemplazado y será necesario cortar el agua de la ciudad para iniciar los trabajos. Gracias a Dios que los suministros lentamente han comenzado a llegar, sin embargo, voces oficiales solicitan la presencia de contingente militar y estado de sitio como medida precautoria ante eventuales (acaso ya existentes) saqueos, violencia y pillajes. El maremoto con la seguidilla de tres olas Tsunami asoló hasta las 06 am la costa desde Iloca a Constitución.

El panorama de Curicó se repite un poco más al sur en Talca. Quizá con más violencia y con magnitud de efectos grado 8,8 en la escala de Richter. Talca es un centro universitario y capital para infinitos pueblos rurales y precordilleranos. La otrora casa patronal, la casa teja a la vista, la casa muros de adobe hoy se suspende en el aire como polvo sacudido por la escoba de la mujer campesina mientras hornea pan y sirve a la mesa. El templo Corazón de María, antigua posición misionera, evidencia daños estructurales en su torre, fachada y muros laterales. De momento se encuentra cerrada y acordonada en espera de su evaluación especializada.

En Talca además visitamos a familiares directos de Mario Gutiérrez cmf, y entre todos compartimos los avatares del evento sísmico, evaluamos la jornada, escuchamos los últimos reportes radiales en un antiguo aparato a la luz de las velas y logramos dormir a sobresaltos en medio de tantas replicas.

La mañana del día lunes 01 de marzo nuestro periplo nos llevó a la ciudad de Linares. En sus calles, el reconocimiento mutuo con el agente pastoral, el abrazo fuerte y la palabra de esperanza y aliento nos estremeció interiormente. Allí entregamos alimentos a una par de familias, mientras las personas consternadas se acercaban a fotografiar y filmar la torre del enorme templo que cuelga sobre la oficina parroquial, sostenida únicamente de las vigas de acero que estructuran como esqueleto interno tamaña construcción. Sabemos que las torres son un agregado posterior al diseño original del templo y sabemos también que otro temblor terminará derrumbándola. La casa parroquial, hoy sede universitaria, tiene daños evidentes en su fachada, cornisa y muro por calle San Martín. En el solar o patio parroquial hay daños estructurales menores y reparables. El interior del templo, hoy clausurado y cerrado al tránsito, sufrió un serio hundimiento en el presbiterio y altar mayor. Hay grietas y caída de techumbre en el sector del ábside visibles, por ejemplo, desde calle Valentín Letelier. De momento, se evalúa descender la imagen del Corazón de Maria desde el Altar Mayor para protegerla de futuros desprendimientos. Así, y tras varias vueltas y atajos logramos rodear lo que es el centro cívico de Linares (sólo transitable a pie). Allí logramos ver los desprendimientos en la base de la única torre de la Catedral. Otros edificios emblemáticos como la Iglesia de los Salesianos y otros todavía modernos cedieron mientras cientos de personas agrupadas en la calles trataban de reponerse y encontrar consuelo en la narración del que estaba al lado y sus mismas preguntas.

Al salir de Linares conseguimos combustible con relativa facilidad. Sabíamos que nuestra próxima parada, Concepción, sería incierta en cuanto a suministros se refiere. Antes bien, logramos establecer comunicación con Carlos Vargas cmf en Niebla. Nos ha dicho que por el momento sólo vive los efectos del pánico y el susto, que se encuentra bien tratando de animar a la comunidad cristiana que, entre otras cosas, tiene a su haber el terremoto y maremoto más grande que se haya registrado en la historia de la humanidad.

Tranquilos ante la noticia entregada por Carlos seguimos nuestra marcha hacia la zona del desastre: Concepción. Hubo que sortear entre los kilómetros 340 al 360 de la ruta 5 Sur grietas, desvíos, atajos y un summum de baches en el camino que anticipaban, no una postal de ensueño, sino los desvaríos de la Madre Tierra cuando decide moverse. Gracias a Radio Bío Bío supimos del desvío en Parral, en San Carlos y del estado de Itata nombre de la carretera que nos llevaría a nuestro destino.

Juzgamos innecesario narrar lo que vimos, experimentamos y sufrimos en carne propia en estas tierras del gran Bío Bío. Sería ahondar más en el sufrimiento de muchos chilenos y chilenas. Ya los medios nacionales e internacionales han publicado, para bien y en ocasiones muy mal, amplia información sobre los hechos violentos acaecidos en Concepción, Talcahuano, Coronel, Lota, Curanilahue, Los Álamos y Cañete. Sí es seguro que al terremoto y maremoto de la madrugada del sábado pasado, le siguió otro movimiento telúrico tan letal como el primero: el terremoto ético y moral que reinó en estas tierras (algo de ello anticipábamos al comienzo de este escrito). Y a pesar del mal diagnóstico y pronóstico de las autoridades de nuestro país todos tenemos una deuda gigante con miles de compatriotas víctimas del terremoto y la violencia.

Este ha sido el fragmento de país que recorrimos en tres días enviados por nuestro Superior Mayor. Una suerte de herida abierta donde los índices económicos que salen al mundo alimentan cada vez más las inequidades sociales existentes. Hay que levantar lo caído, sin lugar a dudas y reconstruir el país, obviamente, pero junto a ello hay que levantar la educación y el respeto cívico de nuestro pueblo que ha dado preclaras señales de estar por los suelos. Sólo así podremos plasmar en la conciencia de nuestro pueblo la justa razón frente al peor de los crímenes que es el hambre y el abandono; sólo así podremos reclamar la libertad de sentirnos hijos e hijas orgullosos de vivir en tierra chilena y sólo así podremos pedirle a Dios Padre en su Hijo Jesús que, a pesar del tiempo robado, es posible recuperar la cordura y restablecer el derecho a vivir en paz, porque «si usted es capaz de temblar de indignación cada vez que se comete una injusticia en el mundo, somos compañeros, que es lo más importante» (comandante Ché Guevara).

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