Nuevo Laredo, México. El 4 de abril de 2021 marcó para los Misioneros Claretianos la entrega definitiva de la parroquia Sagrados Corazones en Nuevo Laredo. Participaron el obispo Mons. Enrique Sánchez Martínez, sacerdotes del clero diocesano, la comunidad claretiana y muchos feligreses. Se organizó una serie de cinco transmisiones por las redes sociales a la plataforma de la parroquia, del obispado y de la provincia, alcanzando buena difusión también en el sur de los Estados Unidos.
Se recordó con afecto los llamados “Martes Claretianos”; es decir, las transmisiones en vivo, de una hora de duración, desde distintas locaciones de la parroquia. Se compartieron videos con fotografías de los distintos sectores parroquiales, los grupos y movimientos apostólicos que desde 1945 han hecho historia en los procesos de evangelización y construcción de lugares de culto, todo ello documentado en las crónicas de la comunidad claretiana.
Los recuerdos compartidos por los feligreses fueron impresionantes; sobre todo cuando se revivieron experiencias con los misioneros, a lo largo de estos setentaicinco años de vida misionera. Se hizo memoria de los misioneros claretianos Mariano Álvarez, Mario Guevara, Valerio García, Antonio Canudas, Carlos Ripa, Atilano García, Salvador Salinas, Pedro Aldana, Baltazar Vilchis, Juan José Pérez, Adolfo Villaseñor y Manuel Vilchis, quienes sirvieron como párrocos a la comunidad y, con los demás misioneros, anunciaron el Evangelio.
Otro hecho digno de mención en este evento fue que las Religiosas Hijas de San José hospedaron a los primeros claretianos en el Sanatorio Isabel, en julio de 1945. De ello dejó constancia el cronista: «han sido desde el primer momento nuestra Providencia visible […] Se han portado como unas verdaderas madres, desviviéndose por atender a los padres claretianos sin importarles gastos y molestias».
La Eucaristía fue en muy sentido «acción de gracias». La campana de la esbelta torre parroquial convocó como siempre a la comunidad, con esta particularidad: la primera llamada fue pausada de 25 toques de campana, la segunda de otros 25 y la última llamada de 25 toques; 75 campanadas que quisimos que evocaran significativamente los 75 años de celebraciones litúrgicas eucarísticas en la parroquia.
